UN SALMO
16.11.2012 18:23
UN SALMO
Estos días he acudido a los salmos para orar. Nadie como ellos es capaz de interpretar los sentimientos más variados y más hondos. En la época en que se escribieron no se hablaba de inteligencia emocional sin embargo son una herramienta valiosísima para ayudarnos a gestionar nuestros sentimientos, especialmente cuando no sabemos como expresar el dolor por la injusticia que hoy vemos en todos los estratos de la sociedad.
Dedico este salmo a los que nos sentimos acorralados o silenciados o desahuciados, calumniados, perseguidos, indignados, explotados…También a los familiares de los suicidados y de todos aquellos y aquellas que sufren cualquier tipo de vulnerabilidad que en lenguaje bíblico serían los “anawim”, los vulnerables por falta de recursos.
Te invito a leer este salmo con el corazón, despacio, parando cuando algo se mueva en ti, haciéndolo tuyo, y si puedes, dirigiéndote a Dios, a quien todos y todas tenemos derecho, aún más, si tienes la suerte de ser una anawim tienes su predilección, eres “la niña de sus ojos”.
Salmo 17 (16): ORACION PIDIENDO JUSTICIA
Señor, escucha mi causa justa,
atiende a mi clamor.
Tú has penetrado mis pensamientos,
de noche has venido a vigilarme,
me has sometido a pruebas de fuego
y no has encontrado maldad en mí.
Oh Dios, a ti elevo mi voz,
porque tú me contestas;
préstame atención, escucha mis palabras.
Cuídame como a la niña de tus ojos;
protégeme bajo la sombra de tus alas
de los que me atacan y rodean.
son engreídos, hablan con altanería;
han seguido de cerca mis pasos
esperando el momento de echarme
por tierra.
Parecen leones, feroces leones
que, agazapados en su escondite,
esperan ansiosos a dar el zarpazo.
Levántate, Señor, ¡enfréntate con ellos!
¡Hazles doblar las rodillas!
Pero yo, en verdad, quedaré satisfecha
con mirarte cara a cara,
¡con verme ante ti cuando despierte!
(Texto tomado de la Biblia Ecuménica)
A mí lo que me llega es que esta persona confía en Dios. Confía tanto que le habla, le cuenta, se desahoga, le pide, hasta le da órdenes y al final se le rinde deseando su presencia. Una sencilla manera de enseñarnos a confiar en tiempos difíciles.
Magdalena Bennásar Oliver