Acogiendo la llamada a re-evangelizar que surge con fuerza del Concilio Vaticano II nace nuestra comunidad, que hace suyo
"nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra" (Hechos 6:4) como misión específica.
La oración, el estudio y la búsqueda de formas actualizadas de comunicar el evangelio a la gente de hoy, ocupa todo nuestro
tiempo y nuestro ser.
Hacer nuestra esa Palabra nos lleva por caminos insospechados de "escuchar y alentar", de dejar que el Espíritu del Resucitado,
la Ruah, espabile nuestros oídos. Cuando cada mañana dejo que la Ruah me saque de la tumba-noche de la increencia y pasividad
y dejo que espabile mi mente y corazón para atender a su Palabra y amistad, casi automáticamente busco a otr@s que experimenten
lo mismo y a la vez a otr@s a quienes contarles la experiencia.
A partir de aquí, como al principio del cristianismo, se forman comunidades alrededor de la experiencia del Resucitado. Este modelo
de comunidad no sustituye la oración personal, más bien la garantiza porque su enfoque es apoyar a la persona para que tenga un encuentro
personal y lo comparta y discierna en la comunidad y en los ámbitos donde se mueve.