SALGAMOS DEL ARMARIO

11.01.2014 12:19

                                  Por que  a las que lo recibieron les dio poder de irse haciendo hijas de Dios.

 

¡Qué fuerza tiene la Palabra de Dios! Escribo estas líneas temprano el 1 de enero del 2014. Medio mundo duerme porque anoche estábamos en vigilia esperando el nuevo año. Nosotras tuvimos la suerte de esperarlo en una vigilia de silencio y cantos y danza, precedida de una cena compartida en la ermita donde Ramón Llull, el gran místico casado mallorquín del siglo XIV tuvo su conversión. La noche era increíblemente bella en aquella montaña donde parecía que tocabas las estrellas.  Hacía frío. Y aquel grupo variopinto, acurrucados en aquella hermosa ermita, nos sentíamos  parte de los y las que “le queremos recibir” en nuestro mundo, con lo que es y somos.

Estrenamos año y también futuro: ¡qué maravilla y qué responsabilidad! La naturaleza sigue su curso, nuestros cuerpos siguen su curso, nuestros hijos siguen su curso ¿y nuestro proceso de irnos haciendo hijas de Dios? ¿Acaso se detuvo en alguna esquina por miedo o sentimiento de incompetencia? ¿Acaso no lo quieres seguir?

Es más o menos fácil “estar a la escucha” en un retiro, o en momentos especiales, pero seguir el día a día, atendiendo el latido de Dios en tu vida…supone carácter y compromiso. Y sobre todo supone “salir del armario” de no atreverte a acabar de ser hija.

Dentro de poco celebraremos el Bautismo de Jesús, su experiencia religiosa fundante: ahí El escuchó el latido de su Abba dentro. Pudo identificarse con lo que sentía y oía por dentro. Estuvo atento y por ello siguió su proceso de irse haciendo Hijo.

Nuestro proceso no tiene por qué ser inferior. Recibir la filiación es acoger y reconocer el latido, la vida del Abba en ti.

A muchas se nos hace más o menos fácil reconocer el latido de Dios en un pobre, en un necesitado…y nos atrae tanto que nos comprometemos con algún tipo de pastoral o compromiso que tenga que ver con la justicia y con la ternura y solidaridad hacia los y las indigentes.

Otras vemos esa chispa de Dios en los y las pequeñas, en las catequesis o en  Scouts…donde la atención a esa criaturita en formación nos hace sentir educadoras en la fe y en la humanidad de esas personitas en potencia.

Para completar ese círculo de sabiduría y entrega cristiana, no puedes olvidar el otro lado de la historia, ese lado en el que el protagonista es el Amor hecho persona en Jesús y que ahora te mira a ti, como en otro momento de la historia miró a Jesús y a sus discípulos y discípulas, con la esperanza de que responderían a su invitación a ser los protagonistas del reinado de Dios, de los sueños de Dios sobre la humanidad.

Por eso te invitamos a empezar este año “escuchando su latido” todos los días, en el silencio de tu ermita interior donde Dios se comunica con los hombres y las mujeres que le quieren recibir, no como a una visita de cumplido, sino como al familiar más esperado y añorado.

¿Puedes imaginar tu vida “fuera del armario” de todas esas excusas que ponemos para dejar de estar amordazadas por el patriarcado? Pasos de liberación en casa, donde no hay que andar más de puntillas porque los otros duermen o están ocupados, y tú estás medio escondiendo que estás orando o yendo a visitar a alguien, aunque no sea de la familia, y a ellos les parezca una tontería.

Salir del armario de la pereza para las cosas de Dios. Tienes una gran capacidad de servicio, entrega, acción, pero te vas quemando y lo sabes, porque cuando dejas de atender a tu interior te vuelves exterior es decir, superficial y te quema la ilusión.

Salir del armario de quedarte donde estás, sin crecer, sin riesgo, sin más compromiso porque estás saturada…esos son síntomas de ausencia de latido interior. ..

“Tú eres mi hija amada, en ti me complazco”, porque te vas haciendo Hija.

Muchas de vosotras habéis iniciado un camino sencillo pero profundo, de ir comunicando vuestra vivencia de fe viva a vuestros hijos, o en las catequesis de niños y amas/aitas, o en la Parroquia, de diferentes maneras… sigamos escuchando el latido que es como la gasolinera del alma, sin el cual, cuando nos queramos dar cuenta nos encontraremos cómodamente de nuevo en el armario y hasta oliendo a naftalina.

Que el 2014 sea el tiempo de gracia, de regalo, para desarrollar a la hija de Dios que somos en potencia.

Un abrazo.

M. Magdalena

 

 

 

 

 

 

 

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