PENTECOSTES 2012

08.05.2012 13:16

 

¿Susurro?

 

Ayer me levanté con una especie de zumbido en los oídos, la sensación era de estar aterrizando, presión en los oídos, conexión intermitente… Me recordó la cobertura de red, a veces muy buena, o menos, o nada, según la distancia de la central.

 

Para nuestra generación y lugar geográfico son imágenes tan caseras que casi no nos dicen nada. Recientemente, he vivido un tiempo en un sitio donde había menos cobertura por haber más distancia de la central y la conexión a la red era más difícil, más cara, menos segura, incómoda.

 

Así voy viviendo ese tiempo pascual, tratando de experimentar la cobertura de la red que el joven rabino resucitado me ofrece. Los textos nos hablan casi con un lenguaje de cobertura de móvil: hoy aquí, mañana allí. No es el mismo de antes pero sí lo es, reconocen su voz, reconocen su gesto, experimentan Shalom, plenitud, serenidad, presencia y tarea, su tarea, la que a ellas y a ellos les sacó del mundito en que vivían, con sus límites físicos, psíquicos, mentales, religiosos, políticos.

 

¿Os suena? ¿Te reconoces? Yo me reconozco en casi todo, en los límites y las dudas, en

el miedo y la añoranza de otras comunidades más vivas, más vitales, donde habíamos podido pisar fuera del círculo patriarcal-imperialista-jerárquico y frío que hoy sigue silenciando a amigos, controlando colectivos potentes como mis queridas hermanas

religiosas de un país cuyo perfil de iglesia cercana, culta, humana y solidaria, lo marcan ellas a lo largo de una historia de acogida y educación del emigrante, que allí lo son todos, de desobediencia civil a favor de la justicia y la compasión…a ellas se les cuestiona…

¿Qué está pasando de nuevo? ¿Qué es esta vez, el error de las cruzadas o el terror de la inquisición…? No se puede pisar fuera. Dicen.

 

Cuando me viene todo eso y mucho más: la pobreza, el dolor injusto de tantas y tantos, me pongo a buscar cobertura de red para poder conectarme y saberme creyente y cristiana, a pesar de sentir tantas emociones que me producen los tambores del horror.

 

Lo comparaba esta madrugada, al orar en el silencio de mi habitación, con la madrugada en la que Juan nos cuenta que ellas fueron al sepulcro, entre dos luces, saliendo de la noche de una religiosidad mortecina y creyendo que iban a despedir a un cuerpo muerto, a veces así parece estar la cristiandad actual. Ellas, con esos primeros rayos de un sol de un día nuevo, bajo la cobertura del amor que recorría sus entrañas, se aventuran al cementerio-jardín que será para ellas, y gracias a ellas para nosotras, de la nueva creación, del nuevo aliento vital, vivificador de todo.

 

Como para Elías, pentecostés, el aliento recreador de Dios, no se dará en la tormenta de los miedos, ni en el terremoto que abre la tierra debajo de nuestros pies…ni en el fuego de la rabia impotente cuando las instituciones se cargan el pan de los pobres, la fe de las mujeres…El paso de Dios, de su Ruah se da en el susurro, en el sonido suave y delicado.

 

Creo que Jesús debió orar muchas veces este texto (1Reyes 19, 11-13). El fue y es el susurro de Dios. Susurro casi imperceptible, conectado a otra red, a otra central.

Susurro que percibe quien, como dice el texto “sale fuera, y permanece de pie, ante él,

en la montaña”:

 

quien sale fuera de la cueva de la cobardía y comodidad; quien permanece de pie, mientras pasan los terremotos y los incendios. Pero, hay un matiz, que si lo olvidamos perdemos la cobertura y la conexión y la presencia: “ante él”, de pie ante él en la montaña, lugar de encuentro con Dios, con el Amor, con el susurro. Ante él, como soy y estoy, y como es y está la realidad, la comunidad cristiana, la sociedad. De pie, signo de

estar despierta, atenta, de estar en ello.

 

Este año, pentecostés me invita a escuchar atentamente, intensamente, porque no puedo permitirme perder el susurro.

 

Susurro que ya no es zumbido en los oídos, ni miedo de “haberme contagiado del pesimismo colectivo”, susurro que me pone de pie y me empuja a seguir caminando bajo cobertura, cerca de la central y enredada en la red.

 

Celebraremos pentecostés esta año dos veces, para que no se nos olvide y porque hay demanda:

 

Una vez con adultas y adultos, gente encantadora y buscadora; y otra, y esta me hace mucha ilusión, con familias, en plan casero, en un txoco, con música, meditación y silencio para todos, con Palabra que nos iniciará en la construcción gráfica de un pueblo nuevo, a cargo de los niños y niñas, con nuestros dones que ya nos han regalado y que los más jóvenes nos recordarán, porque a los mayores se nos olvidan, y merendola para todos.

 

El susurro se convertirá en risas y ruido de hablar todos a la vez y de salir con un cosquilleo por dentro, ¿será verdad eso del susurro?

Igual lo miro en Google o en la parroquia no se, pero algo habrá porque me siento enredada y mi familia, también. No sé…

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Magdalena Bennasar y Carmen Notario

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