PASCUA 2012
08.05.2012 13:12
PASCUA 2012
Son días convulsos en nuestro país y en tantos otros. Ninguno se libra de un contagio más o menos directo de una situación donde, progresivamente, va aumentando el número de pobres, vulnerables e indefensos ante los poderes institucionales, que en
cada época tienen diferentes apellidos pero siempre un nombre común, un binomio
“dinero-poder”.
Jesús se fue al desierto a aclarar el fondo de su conciencia, cosa que muy pocos y muy pocas nos atrevemos a hacer, para descifrar quien o quienes eran dueños de su libertad más profunda. Y tampoco le es fácil, como a nosotros y nosotras. Hemos mezclado tanto, que lo evangélico nos resulta nuevo siempre, casi siempre.
Jesús ha dicho y hecho muchas cosas muy significativas a lo largo de su corto período de vida pública, pero al final, cuando siente que como a sus hermanos mayores, los profetas, no le tolera el sistema, y que tampoco los suyos se dan por aludidos y siguen funcionando con su esquema “poder-dinero”, Jesús empieza a realizar gestos acompañados de muy pocas palabras.
La Pascua es ese tiempo privilegiado que nos regala la comunidad cristiana, todos los años, para que podamos “entrar” en esa intencionalidad de Jesús, que nos dará las claves de la libertad frente al binomio asesino del amor sin limites “dinero-poder”.
Y él, en ese tramo final, de nuevo realiza el gesto que más ha repetido a lo largo de sus días, y que también en nuestras vidas es repetido una y otra vez, y que no cansa, y que
si no se tiene no se tiene equilibrio emocional, cena con sus amigas y amigos. El gesto que acoge y deja acoger, la hospitalidad hacia los otros y hacia uno mismo, porque esa cena, como todas las cenas de encuentro, marca un hito que la comunidad cristiana acoge como nuestro distintivo. La Hospitalidad es femenina, saca lo mejor de nosotras y de nosotros, activa lo más humano y se plasma en gestos que adquieren diferentes significados según el momento. Tal vez hoy Jesús lavaría los pies de los que han ido a las huelgas que se dan en los países que baña su querido Mediterráneo…y los de tantas mujeres que hoy no podrán preparar más que una cena de hambre porque la suerte ha querido que nacieran en uno de esos países. O se sentaría con los amenazados de deshaucio, que debe ser las antípodas de la hospitalidad, porque el dios dinero ha dictado leyes, que dictan hombres y mujeres que han recibido una formación cristiana porque eran hijos de los que podían pagar buenos colegios…
Y después todo sigue, claro, llega el parto de la cruz, el parto de dar vida a esa humanidad que emerge , que quiere salir, sacar la cabeza…tantas mujeres que no quieres mas rostros cubiertos o lo que es lo mismo seguir invisibilizadas por sistemas cuyo dios sigue siendo nuestro binomio.
Y sigue la maravilla de verlas a ellas, ese lado femenino de todo ser humano fieles hasta el riesgo de ser acribilladas por una religiosidad que no da en el clavo. Ellas y ellos, las y los silenciados por los poderes de siempre, nos llevan de la mano a la tumba vacía, para que juntos, hospitalarios, despojados y despojadas sintamos la Vida.