Para disfrutar
28.12.2013 19:26
PARA DISFRUTAR
¿Por qué el título “para disfrutar”? Normalmente el título quiere expresar lo más fundamental y nosotras entendemos que la Palabra entendida y orada produce uno de los placeres más profundos y duraderos, más apaciguadores e inquietantes a la vez.
Son tantas las figuras que aparecen en los textos de este tiempo de Navidad que tenemos que ser selectivas en nuestra oración-reflexión para no intentar abarcar tanto que nos quedemos como el mono del chiste: le pusieron varios plátanos en una jaula en la que tenía que meter la mano para sacarlos, quiso llevárselos todos y al sacar la mano sólo había hueco para poder sacar uno, así que del golpe que se dio se le cayeron todos, y se quedó hambriento. También está la imagen del “maná” en el AT: había alimento para el día, no para guardar en la bolsa por si mañana…el de la bolsa se pudría…Nos viene bien recordar esa verdad a las que somos de acumular saberes y que disfrutamos tanto con la cabeza. Lo de Jesús va por otro camino, diferente, más holístico.
Hoy trabajaremos dos personajes masculinos, para variar, y para captar mejor los textos de estos días.
Uno de nuestros personajes de hoy es José. La figura de José en el NT se inspira en el José del AT, el que condujo a su familia a Egipto para salvarles de la hambruna de su país. Nuestro José, el del NT “escucha en sueños”, escucha en su interior, y lo escucha porque “está a la escucha”, que coja a la madre y al niño y huyan a Egipto porque Herodes quiere matar al niño.
Tenemos delante un personaje masculino que tiene su lado femenino activado y trabajado. En medio de una cultura patriarcal y de una religiosidad radicalmente fiel a la letra de la Palabra y de sus leyes morales, bajo peligro de ser lapidado, bajo múltiples amenazas en su conciencia moral por la formación o deformación religiosa recibida y observada por su familia y antepasados, José está abierto al momento presente y comprende que es Dios quien está con ellos, quien le habla en la pequeñez y oscuridad de su cueva, de su “sueño” que también puede interpretarse como pereza o somnolencia, tan frecuente en nuestro cristianismo vivido a medias, que trata de complacer a todos.
Somos creyentes y seguimos siendo consumistas e individualistas… dóciles hijas del capitalismo que ha intoxicado nuestras conciencias, y nos permite bailar a dos ritmos, ya dicen que las mujeres podemos hacer varias cosas a la vez, pero eso también tiene su lado peligroso.
José está atento al proyecto que Dios parece ir presentando a su familia recién formada, y formada en una circunstancia tan poco común que nadie creería jamás, y así lo está demostrando la historia del judaísmo, que aquella criatura fuera hijo de Dios. José es víctima de sus dudas pero ante la disyuntiva de alimentar la duda: la normalidad, la religiosidad complaciente, la familia tradicional, la sociedad…elige alimentar el “sueño”. Y gracias a José, a un varón que cree en su interioridad porque la trabaja día a día, y a un varón que es capaz de librarse del yugo moral que en su conciencia ejercen el Templo y la casta sacerdotal, tenemos a Jesús.
Claro que ahí está María, silenciada a través de los siglos, y que, con el permiso de los y las exégetas, me atrevo a afirmar que le debió “comer el coco” a José, con esas maneras que tenemos las mujeres de convencer. De ella hablaremos próximamente. Hoy le toca el protagonismo al José que tenemos dentro. Por ser masculino representa también nuestro lado más racional y lógico que nos grita tantas veces que el Evangelio es demasiado radical, que las cosas no tienen por qué vivirse con cafeína, que hay otras infusiones alternativas, que no “ponen nervioso a nadie ni tampoco quitan el sueño”. O sea, el cristianismo descafeinado y alternativo de hoy. No me entretengo en descripciones porque lo tenemos delante, dentro.
José en su anonimato, porque quien es el centro es el Niño y su madre, nos dice que todo es posible si le seguimos a Él. José nos dice que el gozo profundo y el disfrute reparador de tantas luchas es la fidelidad a ese sueño, a esa Palabra escuchada y creída en el silencio de tu corazón y compartida y celebrada en comunidad y miles de compromisos de justicia y solidaridad y evangelización y bondad hecha carne a través de nuestra mediocridad.
Sólo tú sabes qué te dicen en sueños; José nos indica que para ser fiel a ellos, a veces hay que huir, con la nueva forma de familia no patriarcal, o sea la comunidad cristiana, a Egipto. Supongo que os viene lo baratos que son los cruceros a Egipto y que tal vez…vamos a reírnos juntas pero sin aguar el texto.
Y ¿de qué o quién huyen? Y aquí viene el segundo personaje masculino, el Herodes “matador de sueños” el yo, mí, me, conmigo. El ego que alimentamos cuando el estilo de vida que propone Jesús y su familia, que por cierto no coincide con el modelito de familia ideal de los ultraconservadores, molesta. Si nos molesta el evangelio es porque nos hemos hecho el centro de la historia.
Herodes personifica el miedo a perder el poder, el miedo a dejar de ser el primero y único, y el miedo es tan grande que le ciega. El texto es fuerte, manda matar a todos los niños de la edad de Jesús, para acertar…Nos están diciendo los textos, que cuando el miedo manda en nuestra casa, puedo hacer daño, matar la vida de Dios o impedir su nacimiento en muchos y muchas.
Lo que está en juego no es el Jesús histórico, sino todos los y las hijas de Dios que no despiertan a la fe porque tengo el yo o el Herodes activado en lugar de activar el José.
Es José quien enseña a Jesús a buscar a Dios en sueños y en la noche, y así le da la herramienta para que él descubra quien es.
Y será Jesús quien nos dirá con su vida que cada persona tiene la capacidad de ir haciéndose hija de Dios, como hizo él, en un proceso no fácil de escuchar y dialogar con su Abba, durante sus largas noches, o tiempos de oscuridad y miedo que con la Palabra de Abba se iba disipando y transformando en energía dadora de vida.
El secreto de José, de quien Jesús aprendió, fue creer en el sueño de Dios sobre su pequeñez y aceptar su lugar en la historia. Si José no hubiera aceptado su lugar no tendríamos a Jesús. ¡Ojo!
Y a Herodes una buena dosis de tranquilizante para que duerma sin sueños negativos y nos deje vivir. Lo que narcotiza al Herodes es el Amor, estar en ello.
Feliz fin de año. Abrazos de las dos.
Magdalena