El Tesoro que nos habita

08.04.2016 08:46

EL TESORO QUE NOS HABITA

Este año mi Semana Santa ha sido distinta. Por razones diversas no he podido participar en una Pascua como otros años. Guardo recuerdos entrañables de las Pascuas vividas en comunidad. Siempre me ha parecido un lujo poder vivir esos días con otros dedicando tiempo sin prisa a saborear y meditar la Palabra, enriqueciéndome y vibrando con los testimonios de las compañeras. Me maravilla cómo Dios se comunica con cada uno de nosotros de forma personal, a cada uno en su idioma, con sus acentos propios. Y, a la vez, algo tan personal, nos llega a todos, lo percibimos como algo nuestro también, porque habla de algo común que hace vibrar alguna fibra muy profunda en nosotros.

Tampoco he asistido a las celebraciones en la parroquia. Pero, no quería que esos días fueran sólo días de vacaciones, quería vivirlos con hondura, consciencia y verdad. Así que la semana previa recopilé materiales y decidí levantarme pronto esos días para poder dedicar un rato largo a la oración. Y la verdad es que ha sido muy bonito y muy rico. Me he sentido muy acompañada y muy unida a tanta gente con la que he tenido el privilegio de compartir momentos así y, aunque sea desde la distancia es compañera de camino en esta aventura fascinante. Y una vez más me ha sorprendido lo generoso que es Dios, todo lo que nos da cuando le hacemos hueco en nuestras ajetreadas vidas y reservamos espacio y tiempo para conectar con ese lugar sagrado en el centro de nosotros mismos en el que nos encontramos con lo que en esencia somos y con El. De hecho, yo siento que El/Ella es parte de nosotros de una forma muy complicada de explicar, pero que si habéis experimentado me entenderéis. ¡Es un regalo tan maravilloso poder descansar en El, respirar en El, ser en El!. De repente, sin poder explicarlo, ni provocarlo, todo encaja y cobra sentido. Y es una experiencia al alcance de todos. De hecho, yo creo que estamos configurados para desarrollar esa posibilidad y que forme parte de nuestra vida cotidiana. Aunque lo olvidemos en cuanto volvemos a la vorágine diaria. Yo siento que ese debe de ser el tesoro del que habla el Evangelio y que Jesús experimento y vivió de una forma tan plena y tan única y que le dio la fuerza y el coraje para vivir lo que vivió como lo hizo.

Me entristece mucho pensar en todos los creyentes que no han tenido la suerte de vivirlo. Se han perdido lo mejor, lo más esencial, el tesoro. Y sólo puedo sentirme profundamente agradecida porque se me ha dado esa gracia, a través de mediaciones valiosísimas cuando estaba en un proceso de búsqueda intenso y profundo, e impulsada a compartirlo, para intentar dar pistas a otros y animarles en sus propias búsquedas. Cada día estoy más convencida de que, como dicen los maestros espirituales, todo lo que nuestra alma anhela y nos puede aportar sentido y ayudar a ser lo que ya somos en plenitud, está dentro, ya lo tenemos “de serie”. No tenemos que pedirlo, porque se nos ha dado ya. Sólo hemos de tomar conciencia y vivirlo, con la ayuda de persona que nos ofrezcan las herramientas que necesitamos para experimentarlo. Estoy convencida de que eso nos cambia la vida y si nos lo tomamos en serio, y en nuestra pequeña escala lo vamos trabajando, podemos ir cambiando el mundo, construyendo el Reino con el que Jesús soñaba y al que entrego su vida. No es tarea fácil, para nada, pero merece la pena, sin duda.

¡FELIZ PASCUA!

Una discípula de hoy

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